¿Dónde van las miradas perdidas?

(una historia contenida en una mirada perdida)





No sé donde irán las de los demás, las mías van a un recuerdo lejano, a ese intento desesperado de traerlo al presente del modo más fiel posible. A un estribillo, a una frase que usaba de pequeña, a un sonido que me despierta el modo nostálgico, a un olor. 

Podría llenar un solar sólo con mis miradas perdidas. Las tengo de todo tipo. Las que surgen cuando algo me aburre o no me interesa. Las que provoca el fuego de mi chimenea, o la lluvia, o, sobre todo, la nieve al caer. También están las que deja el amor, con suspiro incorporado, las que provoca el estallido del sexo, o escuchar una propuesta poco decente. 

Tengo miradas perdidas que no saben dónde nacen ni por qué. Tengo también mis miradas perdidas preferidas, que suelen ser las que desembocan en el comienzo de un relato. Y luego están las de los demás, que me llevan a imaginar y volar detrás de ellas. Miradas que me provocan y lanzan mi imaginación a volar sin red. Miradas robadas, miradas que lo cuentan todo sin contarte nada.



¿Dónde van las miradas perdidas?

A vosotros, a todos los que me permitís colarme en ellas, aunque a veces no lo sepáis, GRACIAS.


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